Columnistas // 2019-05-09
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Maristella Svampa
“Si se contaminan ríos y napas subterráneas, afectará a todos"
La socióloga oriunda de Allen, especializada en investigar el “neoextractivismo”, denunció que “la matriz energética basada en combustibles fósiles tiene alto impacto territorial, socio-ambiental y socio-sanitario”. Sostuvo que el gobernador de Río Negro “miente y engaña a la gente” al negar que en la provincia haya fracking.


 l lanzar severas advertencias sobre la extracción de hidrocarburos mediante la técnica del fracking(fractura hidráulica) en las chacras del Alto Valle, la socióloga Maristella Svampa afirmó que “el gobierno nacional y provincial fomentan una matriz energética basada en los combustibles fósiles que tiene altos impactos a nivel territorial, socio-ambiental y socio-sanitario”. Denunció además que existe “un interés o un lobby empresarial y político que busca silenciar y obturar la discusión acerca del fracking” en la región.

En diálogo con Va Con Firma, aseguró que dicha matriz energética implica “apostar a la destrucción del territorio y a la destrucción en términos más generales de la vida en el planeta”. Sostuvo que en el corto plazo los daños los sufren “las poblaciones rurales, los más pobres, los invisibles de siempre, y no las poblaciones urbanas todavía”, pero “en el mediano plazo, si se contaminan los ríos y las napas subterráneas, la población en su totalidad se verá afectada”.

La investigadora en temas de “neoextractivismo” sostuvo que “elgobernador (de Río Negro, Alberto Weretilneck) se la ha pasado mintiendo y engañando a la gente” al negar que en el territorio provincial haya fracking. “Está mintiendo e ignorando todos los informes de las propias petroleras que dicen que están haciendo fractura hidráulica para extraer tight gas del yacimiento Lajas”, afirmó.

Svampa es oriunda de Allen, y está en la zona presentando su último libro, “Chacra 51”, que enfoca globalmente el tema a partir de lo ocurrido en la propia chacra de su abuelo, en la zona rural allense. Hoy a las 19 presentará el libro en la biblioteca central de la Universidad Nacional del Comahue, el viernes lo hará la Escuela Agroindustrial de Allen y el sábado en el Museo Estación Cultural de Fernández Oro, además de recorrer por el mismo tema establecimientos educativos de la región.

-¿Cómo fue para usted, como investigadora, hacer un libro sobre un tema que atraviesa su historia personal?

-Mi libro tiene un tono personal, se instala en un registro biográfico, pero no se queda ahí. Es una reflexión que interpela no solo en términos globales lo que está sucediendo con la crisis socio-ecológica, sino en términos regionales lo que está pasando en el escenario productivo del Alto Valle y que no está siendo problematizado. Yo he escrito una veintena de libros de los cuáles por lo menos siete u ocho están dedicados al neoextractivismo. No quería hacer un ensayo más. En términos personales me sentía muy interpelada dado que la historia familiar es poco común en ese sentido. Parece una burla del destino que alguien que trabaja en neoextracrivismo en otras latitudes y en Argentina, de pronto recibe un llamado telefónico en el cual se le cuenta que la chacra histórica de su abuelo ha sido alquilada de manera unilateral por un primo, sin autorización, a una empresa petrolera. Parece una paradoja del destino que no se lo deseo ni al peor de mis enemigos. Me pareció que no debía contarlo en el registro del ensayo, que para eso hay otros libros míos, sino en un registro más personal. Si bien he escrito novelas y siempre digo que la Patagonia es mi territorio literario, nunca pensé que, en un territorio productivo, centenario, tan ligado a la economía frutihortícola, pudiera suceder esto. Es una historia que creo puede interpelar al habitante valletano y que puede sobre todo abrir un debate necesario para poder pensar el destino de las próximas generaciones en el Alto Valle.

-Uno de los temas que se abordan en “Chacra 51” es la transformación de la matriz productiva en el Alto Valle, con la caída de la fruticultura y el auge del fracking (o fractura hidráulica). Debido al avance que muestra esta actividad en la región, ¿cree que cambiaría el panorama si la extracción no convencional se desarrollara de un modo menos agresivo, por ejemplo, a una velocidad menor de extracción, generando menos ganancias para las empresas, con más controles medioambientales?

-En principio son dos problemas diferentes. Por un lado, estamos asistiendo en el Alto Valle a una embestida feroz de la matriz hidrocarburífera basada en la fractura hidráulica sobre la matriz productiva. Esa matriz productiva la podemos definir, no solamente en relación a la producción de peras y manzanas, sino también a la producción de hortalizas. Es decir, es una economía frutihortícola donde el rol central lo tiene el viejo chacarero, que es el que ha construido la vieja identidad a la que asociamos la identidad productiva del Alto Valle. En esa línea creo que no hay posibilidad de coexistencia entre las dos actividades. El fracking exige un avance y una ocupación de los territorios, y los impactos que produce son amplios y son negativos. Por un lado, impacto en términos de contaminación de aguas subterráneas y aguas superficiales; derrames; un aumento de la tasa de accidentes que afectan a la actividad productiva frutihortícola; accidentes laborales en relación a la flexibilización laboral que sufren los trabajadores; problemas asociados a la emisión de gas metano; o a la lubricación de fallas sísmicas. Es una serie de problemas que están ligados a esta matriz hidrocarburífera que choca con una actividad que hoy está en crisis y exacerba su crisis. En términos más generales, el gobierno nacional y provincial está fomentando una matriz energética basada en los combustibles fósiles, que tiene altos impactos a nivel territorial, socio-ambiental y socio-sanitario, y que está relacionado también con la crisis socio-ecológica que se atraviesa a nivel planetario, ligado al calentamiento global y a la pérdida de biodiversidad. Fomentar un tipo de matriz energética ligada a los combustibles fósiles es apostar a la destrucción del territorio y a la destrucción en términos más generales de la vida en el planeta. No me parece recomendable en absoluto. Debemos posicionarnos por pensar un escenario de transición energética que apueste a energías limpias, a energías renovables, como puede ser la energía eólica o solar, en un escenario global, nacional y local de crisis.

-Hay quienes argumentan que el fracking es una actividad necesaria, debido a la reserva de recursos que hay en el suelo de la región, y que el error es exportar la energía que se produce en lugar de utilizarla para el desarrollo de la industria nacional. ¿Qué opina de esta postura?

-No resolvemos el problema si hay una empresa nacional en lugar de las grandes corporaciones las que están en Vaca Muerta. De hecho, en Allen y en el Alto Valle es YPF la que está explotando los territorios a través del fracking. Tiene que ver esto con una matriz energética basada en los combustibles fósiles que hoy está siendo cuestionada a nivel global. De hecho, las corporaciones petroleras están haciendo grandes inversiones en energías renovables porque se ha comprobado que son rentables también. El argumento acerca de la falta de rentabilidad de las energías renovables ya ha quedado caduco y el mundo avanza hacia un escenario de transición energética. En ese escenario global Argentina experimenta un fuerte retroceso porque apuesta a los combustibles fósiles. Me refiero a toda la región de la cuenca neuquina, que abarca desde Vaca Muerta, el sur de Mendoza, sur de La Pampa y el Alto Valle. Eso es lo que tenemos que repensar. Como dice Belén Álvaro (investigadora de la Universidad del Comahue), no es la crisis de la fruticultura. Es la crisis de un determinado modelo de la fruticultura en el cual en las últimas décadas no hubo políticas públicas activas desde el Estado. Lo que hay son políticas compensatorias, subsidios de corto plazo que no resuelven la situación del pequeño y mediano productor. En realidad, se ha instalado un modelo de fruticultura fuertemente concentrador, en el cual los ganadores son los grandes jugadores, los exportadores, los fijadores de precios, en detrimento de los pequeños y medianos productores que están en vías de desaparición. Necesitamos un Estado que active fuertemente su rol para proteger a los sectores más vulnerables. Necesitamos también que, en el marco de esa crisis del modelo de fruticultura, agravado por el avance acelerado y destructivo del fracking, los propios actores sociales como los pequeños y medianos productores, sean también protagonistas.

-Usted cuenta que, en Allen, en los primeros años posteriores a la llegada del fracking, hubo movilizaciones para impedir la explotación, que luego fueron perdiendo fuerza. ¿Por qué cree que hay tan poca sensibilidad sobre el tema?

-Son varios los elementos que uno puede enumerar. Enumeraré solo algunos. Por una parte, la población tiene acceso a muy poca información sobre lo que son los impactos, las discusiones que a nivel global está generando el fracking. En Argentina y particularmente en el Alto Valle no hay un debate público sobre el carácter controversial que tiene el fracking en otras latitudes y sobre las moratorias y prohibiciones que se han generado a raíz de las luchas y las resistencias en Estados Unidos, en Canadá, en diferentes países de Europa y de América Latina. Es como si Argentina estuviera afuera e ignorara todo el debate global porque ha apostado de manera ciega y acrítica a la exportación de energía basada en los combustibles fósiles. Por otra parte, creo que el fracking todavía no se ha constituido en un problema público. La gente sabe que tiene efectos negativos en el territorio, pero quienes están siendo afectada directamente son las poblaciones rurales, las más pobres, los invisibles de siempre. No las poblaciones urbanas, todavía. Hay una suerte de racismo ambiental que predomina en la población de Allen, que hace que este tema no sea tratado porque todavía no tienen conciencia del daño social y ambiental. Es un pensamiento muy egoísta el que está en la base, porque todo el mundo sospecha que algo anda mal en Allen, pero nadie quiere ponerle el cascabel al gato.

-Si el fracking contamina el agua, no son solo los pobres los que se van a ver afectados.

-Pero en este corto plazo todavía son los pobladores rurales. En el mediano plazo la población en su totalidad se va a ver afectada si se contaminan las aguas del río, las napas subterráneas. Por un lado, uno puede decir que hay mucha información sobre esto dando vueltas y la gente no se quiere interesar. Por otro lado, yo responsabilizo también a los medios de comunicación allenses que no han abierto la agenda a estos temas. Porque las radios del pueblo, así como desde el municipio, la secretaria de Ambiente, el secretario de Fruticultura y las propias corporaciones, han silenciado todo lo que tiene que ver con los efectos o los impactos negativos del fracking. A mí me parece muy sospechoso que los medios radiales no le den lugar a esta temática tan central y que por ejemplo yo tenga que salir a hablar en medios nacionales y regionales de otros lugares, lo cual me hace sospechar que efectivamente los medios locales están consolidándose como cómplices de este silencio.

-También sucede que el Concejo Deliberante sancionó en 2013 una ordenanza, impulsada por la Asamblea por el Agua, que declaraba a la comunidad libre de fracking. Luego el Superior Tribunal de Justicia de la provincia declaró inconstitucional la ordenanza y la intendenta, Sabina Costa, no apeló esa decisión ante la Corte Suprema de Justicia. ¿Se puede frenar el fracking cuando los distintos poderes están alineados para permitir la explotación?

-Eso es lo que trato en mi libro también. Que efectivamente hubo un momento de movilización, de articulación de distintos sectores que cuestionaron el avance del fracking, y luego se vieron desmoralizados o desalentados. Pero hay otras vías. Hay que pensar en otra concepción del territorio y promoverla en nuestras legislaciones. Tiene que ser una concepción integral porque lo que estamos perdiendo a través del fracking es el uso y el control de las transformaciones del territorio, y padeciendo cada vez más sus impactos. En ese sentido tenemos una legislación que nos avala. El artículo 41 de la Constitución Nacional afirma el derecho de todo ciudadano a un ambiente sano. Por otro lado, tenemos una ley del Ambiente (Nº 25.675) que promueve el principio precautorio. También el municipio es un agente de legislación en relación al ambiente. Si tenemos una concepción del territorio integral, no podemos escindir lo productivo de lo ambiental y lo socio-sanitario. Necesitamos entonces una concepción integral que avale legislaciones protectoras. En ese sentido hay que apostar a una agenda nueva, en la cual la idea de zonas de preservación ligada no solo al ejido urbano sino al ejido rural y productivo tiene que estar en el centro.

-Más allá de que exista la legislación, un problema es que el gobernador de Río Negro niega desde hace años que en la provincia haya fracking.

-Uno no puede pelear todo el tiempo contra la ignorancia. El gobernador está engañando a la gente. Hace años que venimos diciendo, y yo no quiero seguir repitiendo lo mismo, porque si Weretilneck es mentiroso y está ignorando todos los informes de las propias petroleras que dicen que están haciendo fractura hidráulica para extraer tight gas del yacimiento Lajas, ¿qué más podemos decir? Están los datos. El gobernador se la ha pasado mintiendo y engañando a la gente, como se la han pasado mintiendo y engañando a la gente el secretario de Fruticultura, que estuvo hasta hace poco tiempo, o la secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Dina Migani, que se tendría que haber ido hace tiempo por un conflicto de intereses. Es decir, hay un interés o un lobby empresarial y político que busca silenciar y obturar la discusión acerca del fracking en el Alto Valle.

-Weretilneck lo volvió a negar en marzo, en la inauguración del nuevo edificio del hospital de Allen que, casualmente, fue construido con fondos de la renegociación con las empresas petroleras.

-El discurso de responsabilidad social empresarial aparece ahí donde el Estado está ausente. Estamos construyendo una forma de ciudadanía que no es autónoma, que está cada vez más dependiente de los aportes de las grandes empresas. Si estamos pensando en un cambio innovador que apunte a la soberanía y a preservar las condiciones de vida en nuestro territorio, lo público debe tener un lugar más central y no las grandes empresas. Si les estamos dando ese lugar de control a las empresas, hemos perdido una parte importante de la batalla. Es lo que está reafirmando o consolidando con su política el gobernador de Río Negro, negando por un lado el fracking y por otro lado dejándole a las empresas petroleras que controlen la reproducción de la vida en los territorios en función de sus aportes económicos financieros. Estamos apuntando a un modelo dependiente. Me parece sumamente grave en términos políticos, además de socio-ambientales.

-¿Hay algún espacio político que proponga actualmente otro modelo productivo?

-Creo que en la agenda actual estos temas no están presentes. Hay una suerte de alineamiento negativo de los planetas, en los cuales la mayor parte de los partidos políticos no cuestiona la visión hegemónica de desarrollo Siguen apoyando modelos de desarrollo insustentables en el marco de la crisis del planeta. Efectivamente, hay un gran temor a abrir la discusión que mostraría la evidencia, que daría lugar a una reformulación de las políticas económicas. La noción de desarrollo hegemónica, la noción la matriz hidrocarburífera, no es cuestionada por una gran cantidad de actores políticos y esto es un gran problema. Todavía estamos atados a una visión productivista, dependiente y exportadora de nuestros modelos de desarrollo, que se han visto como insustentables y que a la larga terminan destruyendo las posibilidades de vida en nuestro territorio, en vez de pensar en una matriz sustentable que garantice la vida en el territorio y de las generaciones futuras.Nosotros tratamos de abrir la agenda, pero si asociados a los partidos políticos más importantes vienen los grandes medios de comunicación, que también tratan de obturar la agenda, es muy difícil hacerlo. Están jugando con la ignorancia de la gente, apostando al desconocimiento mientras sacrifican nuestros territorios.

-Por último, usted menciona el conflicto que genera el fracking con los pueblos originarios y dice que "los mapuches volvieron a convertirse en un obstáculo para el 'progreso'", entre comillas. ¿Puede ampliar esa idea?

-El Estado argentino se funda en el genocidio de los pueblos originarios, en el marco de la instalación del Estado nación y de la Argentina como un país agroexportador. Las comunidades indígenas, sobre todo las del sur, fueron expulsadas de su territorio hacia territorios marginales que no eran atractivos para el capital en ese momento. En los últimos veinte años, esos espacios han sido valorizados por el capital nuevamente y son concebidos, en una segunda avanzada del capitalismo, como un obstáculo. A diferencia de fines de siglo XIX, en pleno siglo XXI esos pueblos tienen derechos. Más allá de ese discurso facilista de ‘progreso’ que busca instalar la elite económica y política, lo que hay del otro lado son derechos colectivos y territoriales. Ahora no es tan fácil avanzar sobre los pueblos originarios, que además en los últimos veinte o treinta años se han empoderado y han fortalecido su identidad y su acción. Entonces, tenemos un escenario de conflicto instalado en el cual hay una clara oposición entre los derechos de los pueblos originarios y los intereses de las grandes corporaciones avaladas por el Estado argentino. Un escenario de conflicto que puede ser trágico porque efectivamente puede avalarse un nuevo genocidio, más silencioso, que puede ocurrir en esos territorios que hoy reclaman con todo derecho las comunidades indígenas.

 
 

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